Continuamos nuestro viaje por las grandes capitales del mundo del Vino y nuestra tercera parada es la más cercana: Mendoza, Argentina.
Nos separa la imponente Cordillera de los Andes, y al cruzarla en ruta a tierras argentinas, el cambio en el paisaje y el clima es notable. Mendoza goza de más de 320 días soleados al año y una precipitación anual de apenas 200 mm. Estas condiciones, junto con suelos aluviales y una altitud que oscila entre 800 y 1.200 metros, crean un entorno perfecto para la viticultura. La región es famosa por sus tintos robustos, especialmente el Malbec, que ha encontrado en Mendoza su máxima expresión, ofreciendo vinos con intensos aromas frutales y especiados.
Además del emblemático Malbec, Mendoza cultiva una amplia variedad de cepas tintas como Bonarda, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon, Syrah, Tempranillo, Pinot Noir y Petit Verdot. En cuanto a las blancas, destacan Torrontés, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Pedro Ximénez, Semillón y Pinot Gris. La provincia alberga aproximadamente 800 bodegas, de las cuales cerca de 200 están abiertas al turismo, consolidándose como la red de enoturismo más grande de Latinoamérica.
Experiencias únicas
El enoturismo en Mendoza va más allá de las degustaciones. Los visitantes pueden disfrutar de estancias en hoteles boutique situados en medio de viñedos, participar en la cosecha durante la vendimia, recorrer bodegas que combinan arquitectura moderna con tradición y deleitarse con una gastronomía que fusiona sabores locales con técnicas internacionales. Además, la región ofrece actividades de bienestar, como spas que utilizan productos vinoterapéuticos, y opciones de turismo aventura, incluyendo rafting y paseos en globo aerostático.
Casablanca y Mendoza
Mientras que Casablanca se destaca por sus vinos blancos frescos influenciados por el clima costero, Mendoza brilla con sus tintos potentes nutridos por el sol andino.Ambas regiones ofrecen experiencias enoturísticas enriquecedoras, reflejando la diversidad y riqueza de las Grandes Capitales del Vino.
Lo mejor de todo es que, pese a que tenemos una imponente Cordillera entre ambos valles, estamos a solo un breve vuelo de distancia (o de un hermoso paseo terrestre por los pasos cordilleranos), con la posibilidad de conocer dos de las famosas Capitales Mundiales del Vino en un solo viaje. Desde la frescura del Valle de Casablanca, con sus elegantes Sauvignon Blanc y Chardonnay influenciados por la brisa del Pacífico, hasta la intensidad de los Malbec de Mendoza, cultivados bajo el sol implacable de los Andes, esta travesía ofrece un contraste fascinante de paisajes, sabores y experiencias enoturísticas únicas.